MORATORIA A LOS TRANSGÉNICOS UN ESCUDO NECESARIO PARA LA BIODIVERSIDAD PERUANA

El Perú debe mantener la moratoria sobre los transgénicos hasta, al menos, 2035 (o 2036, como se amplió), y no abrir una excepción para maíz y algodón con argumentos motivados por el mercado. Esa es nuestra postura: sensata, protectora de lo nuestro y basada en rigor científico. 

Tomando como base el artículo de Daniel Tapia para La República, y desde una mirada crítica y ambientalmente responsable, aquí desglosamos por qué esta posible apertura no solo es innecesaria, sino peligrosa. 

🔍 1. El principio precautorio: si no es seguro, no se aprueba 

El Perú ratificó el Protocolo de Cartagena, que establece el principio precautorio como guía: si no hay pruebas sólidas e independientes de que un organismo genéticamente modificado (OGM) es seguro para el ambiente y la salud, no debe permitirse su ingreso ni cultivo.

 Este principio no es un capricho. Es una forma de proteger a uno de los países más biodiversos del planeta. Si nos equivocamos, no hay marcha atrás. El riesgo de contaminación genética es real y puede extenderse rápidamente a cultivos nativos como el maíz peruano. 

🌽 2. Biodiversidad en riesgo 

El Perú no es cualquier país. Aquí se cultivan más de 50 razas de maíz nativo y cientos de variedades de papas, quinua, ajíes y más. Abrir la puerta a semillas transgénicas es como dejar entrar una plaga silenciosa que puede erosionar esta diversidad milenaria.

 Las empresas que promueven los transgénicos no pueden garantizar que sus semillas no se cruzarán con las variedades nativas. Una vez liberadas, la contaminación genética es casi inevitable

💰 3. ¿Quién gana con los transgénicos? 

No son los pequeños agricultores. No es la seguridad alimentaria del país. Los principales beneficiarios de la liberación de OGMs son las corporaciones multinacionales que controlan las patentes de estas semillas: Bayer-Monsanto, Syngenta, Corteva.

Estas empresas no solo venden las semillas, sino también los agroquímicos asociados. El resultado: agricultores dependientes, suelos agotados y ecosistemas más frágiles. 

🇲🇽 4. Aprendamos de México, no de Monsanto

En lugar de seguir el modelo de países como Brasil o EE.UU., donde los transgénicos se expanden sin control y con graves consecuencias ambientales, el Perú debería mirar hacia México, que ha prohibido el maíz transgénico en defensa de su identidad cultural y agrícola.

México entendió que la soberanía alimentaria no se construye con semillas patentadas, sino protegiendo las que ya tenemos. 

🌿 5. La agroecología sí es el camino

A diferencia de los transgénicos, la agroecología fortalece la diversidad, mejora los suelos, empodera a los agricultores familiares y reduce la dependencia de insumos externos.

El Perú tiene todo para ser potencia agroecológica: climas diversos, conocimientos ancestrales y cultivos únicos. Pero en vez de invertir ahí, se busca abrirle paso a una tecnología que responde más a intereses comerciales que a necesidades reales del país

🚨 En resumen 

·        El principio precautorio exige evidencia sólida antes de liberar OGMs. No la tenemos.

·        Nuestra biodiversidad está en riesgo real.

·        La supuesta “modernización” agrícola solo beneficia a corporaciones.

·        Existen alternativas viables y sustentables: agroecología, investigación local, mercados orgánicos.

·        México marca el camino: proteger la identidad alimentaria desde la raíz. 

✊ Sigamos defendiendo lo que es nuestro

Sigamos protegiendo nuestra extraordinaria biodiversidad. Exijamos a los congresistas —especialmente a Cavero, Málaga, Tudela y al ministro Manero— que actúen con la responsabilidad que nuestro patrimonio natural se merece. Exijamos leyes con visión de futuro, respeto ambiental y orgullo peruano, no concesiones a corto plazo que nos debilitan a largo plazo. 

Hoy más que nunca, el Perú necesita decisiones que miren más allá del negocio inmediato. Necesitamos políticas públicas que abracen la ciencia independiente, escuchen a los pueblos originarios, protejan la diversidad y construyan soberanía alimentaria desde la raíz. No estamos en contra del progreso, sino del falso progreso que destruye lo que somos.