EUROPA Y LOS TRANSGÉNICOS: EL DOBLE DISCURSO QUE ALIMENTA LA IGNORANCIA

Mientras prohíbe el cultivo de organismos genéticamente modificados (OGM) en sus territorios, Europa importa cada año 30 millones de toneladas de maíz y soya transgénica para alimentar su ganado (Comisión Europea, 2023). Esta incoherencia —que beneficia a las grandes multinacionales— mantiene a los ciudadanos en la oscuridad sobre lo que realmente consumen.

EE. UU., BAYER‑MONSANTO Y LA DEFENSA DE SUS PROPIOS INTERESES
Detrás de este entramado global, Estados Unidos juega un papel central. A través de gigantes como Bayer‑Monsanto, Corteva y Syngenta, EE. UU. impulsa la expansión de los OGM para asegurar sus mercados de exportación y proteger las ganancias de sus corporaciones agrícolas. Estas empresas:

Lobby intenso: Invierten miles de millones en cabildeo para suavizar regulaciones en todo el mundo y presionar a gobiernos aliados a mantener abiertas las fronteras a sus productos (Center for Responsive Politics, 2022).

Patentes millonarias: Controlan las semillas con derechos de propiedad intelectual, obligando a agricultores de todo el mundo a comprar anualmente nuevas semillas y pagar royalties, sin importar el nivel de endeudamiento que eso genere.

Indiferencia ante los daños: A pesar de las evidencias de impactos negativos —desde intoxicaciones por uso excesivo de agroquímicos hasta la desaparición de especies polinizadoras—, estas multinacionales priorizan sus libros contables. Sus balances no reflejan el coste humano ni ecológico de sus prácticas.

 En suma, EE. UU. no promueve los OGM por un supuesto bien común, sino para afianzar su dominio económico y tecnológico, a costa de la salud de comunidades y ecosistemas.

 


¿Por qué debemos rechazar los transgénicos? Cinco razones clave

 Riesgos para la salud: alertas ignoradas
Estudios independientes han encontrado daños hepáticos, renales y alteraciones hormonales en animales alimentados con transgénicos (Séralini et al., 2012).
La American Academy of Environmental Medicine advierte que los OGM podrían estar vinculados al aumento de alergias, disfunciones digestivas y resistencia a antibióticos.
Además, la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. reconoce que no existen suficientes estudios clínicos a largo plazo en humanos para garantizar su inocuidad total, lo que incrementa la incertidumbre.

 

Una catástrofe ambiental en expansión

El uso de cultivos transgénicos ha provocado:
• La aparición de “supermalezas” resistentes a herbicidas, afectando ya más de 60 millones de hectáreas (National Geographic).
• Daños a polinizadores clave: el glifosato, utilizado masivamente en soja transgénica, ha sido vinculado a la mortandad de abejas (Universidad de Texas, 2018).
Aunque se argumenta que los OGM podrían reducir pesticidas, en la práctica han provocado un aumento en el uso de herbicidas tóxicos, perjudicando la biodiversidad.


El hambre no se resuelve con transgénicos

El 80 % de los cultivos transgénicos no se destinan a alimentar personas, sino a piensos animales y biocombustibles (ETC Group).
En África, donde se impulsaron como solución, el hambre aumentó un 20 % en las zonas que adoptaron OGM (Alliance for Food Sovereignty in Africa).
La FAO respalda que el desperdicio de alimentos y la falta de acceso son problemas más urgentes que la producción de transgénicos.


Las semillas transgénicas: negocio para unos pocos

Monsanto‑Bayer controla el 60 % del mercado mundial de semillas (ETC Group, 2021).
En India, el endeudamiento masivo por compra de semillas modificadas ha llevado al suicidio de más de 300,000 agricultores (National Crime Records Bureau of India).


Alternativas sostenibles y reales existen
La agroecología puede aumentar los rendimientos agrícolas en hasta un 79 % (ONU, 2020).
Cuba, sin transgénicos ni agroquímicos masivos, logró su seguridad alimentaria con modelos de producción sustentables (FAO, 2018).
Invertir en agricultura campesina, soberanía alimentaria y reducción del desperdicio puede alimentar al mundo de manera segura.

 

Breve vistazo: ¿Qué dicen los defensores de los OGM?

Ventajas señaladas:


• Seguridad alimentaria: Algunos estudios indican que los cultivos OGM son seguros y pueden aumentar el acceso a alimentos.
• Reducción de costos: Mejores rendimientos podrían bajar precios y aliviar el hambre.
• Beneficios ambientales teóricos: Menor necesidad de pesticidas y uso más eficiente del agua.

 Pero…
• La falta de estudios de largo plazo en humanos sigue generando preocupación (Academia Nacional de Ciencias, EE. UU.).
• La OMS advierte que los OGM podrían introducir nuevas toxinas o elevar los niveles de alérgenos.
• El impacto ecológico —por aumento de herbicidas y aparición de supermalezas— ya es tangible y alarmante.

Y la gran incoherencia persiste: muchos países que prohíben el cultivo de OGM permiten su importación masiva, como Europa, que cada año compra millones de toneladas de piensos transgénicos para su industria ganadera.

 

Preguntas clave, respuestas necesarias

¿Deben cultivarse y utilizarse los OGM en alimentos?
¡NO! La falta de consenso científico sobre su seguridad, sumado a los graves impactos sociales y ambientales, hace inaceptable su expansión.

¿Deben etiquetarse los alimentos que contengan OGM?
SÍ, de forma obligatoria. La transparencia es un derecho. Según Harvard, el etiquetado ayuda a los consumidores a tomar decisiones conscientes y fomenta prácticas agrícolas sostenibles.

¿Qué otras alternativas hay para combatir el hambre?
• Redistribución equitativa: El mundo ya produce comida suficiente para todos.
• Agricultura sostenible: Infraestructura rural, agroecología y políticas de soberanía alimentaria son soluciones reales (FAO, ONU).
• Reducción del desperdicio: Un tercio de la producción mundial se pierde antes de llegar al consumidor.

 

Conclusión: la resistencia crece

Mientras México avanza en la prohibición del maíz transgénico y Kenia se suma al rechazo de los OGM, la ciudadanía mundial empieza a exigir un modelo agrícola:
✔ Sin transgénicos.
✔ Basado en el apoyo a la agricultura campesina y agroecológica.
✔ Que enfrente el poder de las corporaciones que hoy lucran con el hambre y el medio ambiente.

La agricultura del futuro no puede basarse en la manipulación genética irresponsable. Debe fundarse en la justicia, la sostenibilidad y la soberanía alimentaria.