AMÉRICA LATINA ANTE LA ENCRUCIJADA ENERGÉTICA

La sostenibilidad del complejo combustibles‑energía no es lujo ni capricho: es el cimiento de cualquier aspiración de desarrollo en América Latina. Sin una base energética robusta, confiable y diversificada, la industria, la infraestructura y los ciudadanos carecen del impulso para incorporar tecnologías modernas y avanzar sostenidamente.

 

Sin embargo, hoy enfrentamos una presión clara y estratégica: Estados Unidos y sus aliados están promoviendo una “nueva” matriz energética basada en renovables, impulsados por sus propios intereses. Aseveran que traerán inversión para energía solar, eólica o biogás, pero en la práctica favorecen a sus transnacionales y condicionan la financiación a la adopción de tecnologías extranjeras costosas, sin fomentar transferencia real de capacidades locales.

 

Este enfoque arriesga a los países con menor base tecnológica —Perú entre ellos— a quedar dependientes, mientras se limita el financiamiento de proyectos tradicionales que hoy sustenten la seguridad energética regional.

 

🧩 América Latina: abundancia energéticamente desaprovechada

 

Países como Chile, México, Brasil y Perú tienen condiciones excepcionales para energías renovables. Chile planea alcanzar 25 GW en electrolizadores para hidrógeno verde hacia 2030, y más del 60 % de su electricidad proviene ya de renovables. Sin embargo, la inversión real no acompaña: las burocracias, falta de infraestructura y subsidios a tecnologías externas frenan el despliegue efectivo.

 

Mientras tanto, las grandes reservas de gas, petróleo o uranio, como en el yacimiento de Macusani (que contiene decenas de millones de libras de uranio) quedan paralizadas por marcos regulatorios limitados, lo que impide su explotación responsable y soberana.

 

⚠️ El peligro de perder el control de nuestra matriz

Dependencia tecnológica: adoptar solo renovables impuestas puede generar una matriz energética inestable sin respaldo suficiente.

Endeudamiento condicionado: financiamientos dirigidos solo a tecnologías foráneas, sin involucrar industria ni conocimiento local, replican un modelo neocolonial.

Subdesarrollo industrial: sin políticas de industrialización energética, seguiremos comprando tecnología en vez de producirla.

 

🛠️ Propuestas para una estrategia peruana soberana

Control legislativo y estratégico: Perú debe modificar su marco regulatorio para recuperar soberanía sobre sus recursos —gas, hidro, uranio— y decidir qué proyectos avanzan, sin condicionamientos.

Apertura nuclear responsable: considerar el desarrollo de energía nuclear, con regulación moderna y alianzas tecnológicas —como con Rusia, que ofrece experiencia en pequeñas centrales— en el marco del yacimiento de uranio de Macusani.

Equilibrio energético: combinar proyectos hidroeléctricos bien planificados y gas —para respaldo— con renovables, evitando desequilibrios en la red.

Vías de financiamiento inteligentes: diálogo con instituciones no occidentales, co-desarrollo tecnológico y transferencia directa de conocimiento, más allá de créditos tradicionales.

 

🌎 Más allá de lo técnico: dignidad energética

El debate no es renunciar a los paneles solares o molinos eólicos. Se trata de quién gana con ellos, cómo se distribuyen los beneficios y si construyen capacidad nacional. Para erradicar la pobreza y aumentar empleo se requiere un cambio de modelo: producción propia, racional y eficiente del conjunto de recursos energéticos, bajo control soberano y con prioridad en el desarrollo social.

 

La soberanía energética del Perú y la región exige más que importar “soluciones limpias”: necesita consistencia política, visión de futuro y voluntad para forjar una industria con raíces locales.

 

📌 Conclusión

No podemos ser espectadores. La transición energética debe ser soberana, justa y respaldada en nuestra capacidad.

 

Si no legitimamos la extracción responsable de nuestros recursos, si no equilibramos fuentes tradicionales con renovables y energía nuclear con visión estratégica, la matriz seguirá siendo una mezcla de imposiciones y vulnerabilidades.

 

O tomamos el control, o nos quedamos al margen del futuro que queremos construir.